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¿Quién
se ha llevado mi queso?
El libro narra el día a día de dos ratones,
Fisgón y Escurridizo, que viven en un laberinto junto con dos enanos, Kif y
Kof. Al principio, ninguno de los dúos tiene queso, alimento del que dependen
para ser felices, pero ambos tienen la voluntad y dedicación para encontrarlo. Entonces,
se ponen manos a la obra. Corren alrededor del laberinto hasta que, finalmente,
ambos grupos llegan a la “Estación de Queso C”: un paraíso para nuestros
personajes. En ese lugar existe un amplio depósito de queso, lo suficiente para
alimentar a los cuatro por un largo período de tiempo. Los ratones, guiados por
su instinto, no piensan acerca del futuro. Corren todos los días desde su casa
hasta la Estación, actuando como si el queso se fuese a acabar. Los humanos, en
cambio, están más relajados y establecen ciertas rutinas. Como saben que el
queso dará a basto por un tiempo, cometen el error de
mantenerse en su zona de confort y hasta volverse un poco arrogantes en el
proceso. Pero un día, el queso acabó.
Fisgón y Escurridizo, preparados para tal momento, comienzan a buscar otro
depósito casi inmediatamente. Kif y Kof, todo lo contrario. Una vez más, actúan
de una manera muy humana, preocupándose en lugar de hacer algo al respecto. Culpan
a cualquiera menos a sí mismos por su desgracia. Kif, incluso, toma una postura
de negación. En un momento, llega a exclamar “¿Quién se ha llevado mi queso?”.
Como si fuese solo suyo. Sintiendo que el mundo estaba siendo injusto con él,
Kif no quiere salir a buscar más queso. Kof intenta motivarlo, pero no lo
consigue. Mientras tanto, Fisgón y Escurridizo descubren la “Estación de Queso
N”, otro gran depósito de su comida favorita. Kof parece ser el único capaz de
seguirlos. Un día, deja de tomar la situación de forma dramática. “No es un
cataclismo”, piensa. “Es apenas un nuevo comienzo”. Entonces, decide avanzar.
Para inspirar a su amigo, escribe un mensaje provocador en la pared de la
Estación de Queso C: “Si no cambias, te puedes extinguir”. Luego, Kof se
embarca en su nueva travesía. Aunque, sin olvidarse de su amigo, va dejando un
rastro de mensajes en las paredes tras su paso, al que Johnson llama “Las
escrituras en la pared”. Además de motivar a Kif, los mensajes sirven para
clarificar los pensamientos de Kof. Un día, Kof llega a la Estación de Queso N
y encuentra un depósito de queso aún mayor que el de la Estación C. Incluso
algunos son más deliciosos y exóticos que los anteriores. Kof quiere compartir
este queso con su amigo, pero decide dejar que encuentre el camino por su
cuenta. Aprendiendo de su experiencia previa, Kof explora otros caminos del
laberinto constantemente, temiendo que el queso que acaba de encontrar también
desaparezca. Hasta que un día, Kof escucha movimientos cerca suyo. Y, a medida
que los pasos se acercan, espera que sean de su amigo Kif. Quizás, finalmente,
él también haya encontrado su camino.
Interactúa a través de sus habilidades sociomotrices. |
Propone una ficha para se autoevalúen sobre los procesos seguidos y los aprendizajes alcanzados. Serán capaces de identificar sus logros y los aspectos que deben mejorar.